martes, 29 de marzo de 2016

Frikipost

¡Bueeeeeeeeeeeeenaaaaaaaaas!

¿Qué tal la Semana Santa? ¿Habéis encontrado el equilibrio perfecto entre estudiar/trabajar y divertiros? Espero que sí.

En esta entrada vuelvo a la carga con unos viejos conocidos: mis frikiposts tronistas (de "Juego de tronos", no os vayáis a pensar que es el programa ese, jajajajajaja). ¡Son marca de la casa ya!
Como el blog aborda la salud mental y en la saga ya sabéis que hay problemas para dar y tomar en este sentido, os presento un personaje nuevo.

Importante: he intentado no spoilear a nadie. No doy más nombres ni destripo más de lo estrictamente necesario. Las única cosa que puede fastidiaros el post si no vais al día está al final; es una apreciación mía. Justo antes de esa apreciación os aviso para que decidáis si leerla o no. ¡Que no cunda el pánico!

Apunte previo 1: me gustaría darle las gracias a la mejor #PsychoFanGirl de Twitter por, en su momento, soportar pacientemente mi emoción por "Canción de hielo y fuego" y por hacer que me encariñe con este personaje en concreto hasta límites insospechados. ¡Va por ti, perla!
Son muchos meses hablando de esto, muchos meses esperando su llegada con una emoción y un nerviosismo inconcebibles (más o menos al mismo nivel que un nacimiento, jajajajajajajajaja), y contándote mi evolución con esta saga; te mereces como mínimo que te dedique el post, así que espero que te guste :)
Apunte previo 2: los malvados me han gustado siempre. De toda la vida. Pero desde que estoy en Salud Mental se ha agudizado esa predilección.

Vale, ahora sí voy al meollo. ¡A ver qué personaje es y qué le pasa!

Si me seguís en Twitter y véis la serie/leéis los libros, sabréis quién será ipso facto. Ya desde la primera línea del post lo habréis adivinado.
Y si no, una imagen vale más que mil palabras:

¿Por qué los malos de ahora son tan rematadamente guapos y están así de bien?

Por parte de los que me conocéis y estáis leyendo el post hay tres opciones de respuesta:
a) Resoplidos de hastío ("¿otra vez esta tía dando el coñazo con éste?").
b) Carcajada generalizada. 
c) Un franco y sincero: "¡Cómo no, siendo Lecter como es!".

En cuanto a los que no me conocéis cabe esperar grititos de asombro y manos a la cabeza.

Y en lo que respecta a los que no saben quién es el muchacho, paso a las presentaciones de rigor: este adorable chiquillo es Ramsay Bolton -antes Ramsay Nieve-, Castellano de Fuerte TerrorSeñor de Hornwood y de Invernalia, y heredero de la Casa Bolton.
¿Por qué antes Nieve y ahora no? Porque es de origen bastardo (en "Canción de hielo y fuego" los bastardos tienen apellidos relacionados con la naturaleza: Ríos, Flores, Piedra, Tormenta, Nieve...), pero el actual Rey en el Trono de Hierro lo ha legitimado.


Tras este breve apunte biográfico, vamos a la psique de Ramsay. Por el GIF ya os podéis figurar que sus aficiones son poco usuales. Bien... cómo decirlo así finamente... 
...
... Es un psicópata redomado, ¿para qué suavizar la realidad?

Repasemos las características básicas de este trastorno; algunas de ellas aparecen reflejadas en el DSM-V (1, en negrita):
- Falta de empatía.
- Uso de los demás como medio para conseguir un fin.
- Inteligencia.
- Código moral propio.
- Ausencia de remordimientos y crueldad gratuita, son muy retorcidos.
- Sadismo extremo.
- Disimulo, manipulación y engaño: cuando lo precisa, un psicópata puede ser encantador y caerte genial para conseguir de ti lo que quiera. Por eso en sociedad suelen funcionar bien y pasar desapercibidos.
- Irritabilidad.
- Impulsividad.

A esto hay que sumarle una característica propia de Ramsay: es un depravado en su más amplio sentido. Pervertido, violador, torturador inmotivado en general, asesino... y más cositas que de momento me callo; que he oído pero no he leído ni visto, y que quiero comprobar antes de levantar la liebre.

Sin embargo y para mi gusto, también adolece de dos características propias de este problema.
La primera es la inteligencia. Normalmente los psicópatas son tíos muy listos. Aparte de serlo de serie, generalmente espabilan más porque la necesidad de no ser descubiertos agudiza el ingenio. En el caso de Ramsay Bolton no es tan inteligente como él cree. No digo en absoluto que sea tonto rematado. Para nada. Simplemente digo que se puede ser inteligente, o inteligente capaz de ver más allá. Ramsay es del primer grupo: inteligente a secas.
De igual forma es muy imprudente. Su padre, Roose Bolton -otra joyita de la corona y perteneciente a los inteligentes con visión de futuro-, alguna vez que otra ha intentado aconsejarle con el fin de que la gente lo soporte al menos; e incluso se ha quejado a sus espaldas de que no le gusta su conducta si le perjudica. Pero Ramsay muchas veces pasa de él e incluso en un capítulo de "Danza de dragones" se le encara. Finalmente la sangre no llega al río, pero ahí está la vena impulsiva.

La segunda es el disimulo. Ramsay Bolton no se corta un pelo por nada ni por nadie. No le importa que la gente lo vea matar, torturar, desollar. De hecho y hasta donde yo sé, hay dos personas mínimo que han sido el blanco de sus iras y ahí están, vivitas y... bueno, con eso basta.
A lo de la falta de disimulo ayuda mucho que tenga unos amigos más que cuestionables, los llamados Bribones del Bastardo. Se va con ellos a cazar (ejem, ejem), están en todos los festines, cenas, actos... y son casi igual que él o incluso peor. Es como una especie de retroalimentación: ellos lo animan y jalean y él se crece, haciendo así un círculo vicioso muy difícil de romper.

Al pertenecer el trastorno de personalidad antisocial al cluster B, Ramsay presenta algunas cosas susceptibles de encuadrarse en el resto de alteraciones de este grupo. Como por ejemplo que le guste ser admirado y tenido en cuenta. Con sus Bribones eso es lo que ocurre, porque además le ríen las gracias. Menudas "gracias", también os digo...

Conclusión: el poder de Ramsay Bolton no radica en su inteligencia, su carisma -obviamente-, ni en su capacidad de manipulación o en el disimulo para lograr lo que quiere, sino en todo lo contrario. En su carácter sanguinario y grandilocuente. No inspira respeto o como mínimo aprensión; inspira miedo. Terror, para más señas. ¿Quién será el siguiente en el que se fije? ¿Qué le hará?

Venga, que nos vamos a la batalla.
Ahora viene la parte que más he disfrutado redactando. Sé que las comparaciones son odiosas, pero me las vais a permitir al menos ahora.
Voy a comparar a Ramsay Bolton con el otro gran aborrecido personaje de "Juego de tronos": Joffrey Baratheon -ya sabéis que me encanta... debería de hacérmelo mirar-. Pese a ser similares en cierto modo, existen diferencias sustanciales entre los dos. Vamos a analizarlas.
Si bien a ambos se les ve venir, con Ramsay no siempre se sabe cuándo está enfadado y cuándo no. Se ríe y tú no tienes ni idea de qué te hará después: igual te da una palmada en la espalda, que te desuella o te corta una parte del cuerpo, te felicita por estarte calladito, o te viola si eres una chica. Con Joffrey eso es más fácil de detectar, porque se encoleriza enseguida y su tolerancia a la frustración es mucho más baja. Sabes automáticamente si lo que va a hacer a continuación es malo o "bueno". Sólo con verle la cara lo adivinas.

Al hilo de esto vienen los "castigos": mítica es la escena (una de tantas) en la que Joffrey Baratheon humilla en el Salón del Trono a su prometida en la segunda temporada. Delante de todo el mundo no tiene reparo en dejarla medio desnuda y burlarse de ella en voz alta para que toda la corte lo escuche. Sí, vale, esto es desagradable y violento... pero también es cuestión de minutos, no está ridiculizándola un largo rato ni se llega al punto de suplicar que pare. Ramsay Bolton para eso es peor: no tiene problema alguno en deleitarse con el sufrimiento de sus víctimas durante horas, jornadas y noches enteras. Hace sufrir a las personas hasta límites insospechados, hasta que él o ella ya no pueden más y acaban rogándole clemencia a voz en grito. Todo esto con una tranquilidad que pasma, como si estuviera hablando con el otro de lo que van a cenar esa noche. ¡Ojo!, no es rara la ocasión en la que la tortura cesa para en unos días repetirse con más violencia si cabe. Así, Ramsay se asegura de que todo el mundo baila a su son, porque a poco que hagan algo mal se la cargan.
Dentro de estos "castigos" tengo que remarcar otra diferencia importante entre ambos. Es muy fácil: Joffrey es más cobarde. Yo desde luego ni en los libros ni en la serie lo he visto llevar a cabo ningún acto malo -si bien los ordena en cuanto se le presenta la ocasión-. Siempre lo hacen otros: la Guardia Real, Sandor Clegane, algún pobre infeliz que pase por allí... Ramsay en cambio lleva a cabo todas sus maldades por sí mismo, y con mucha frecuencia sin público. Se encierra con su víctima y lo que pasa tras esas puertas sólo se intuye por los alaridos.

A estos métodos tan distintos entre uno y otro se le suma que al ser el Niño Rey de menor edad y tener a más gente a su alrededor -su madre, su tío Tyrion sobre todo, el Perro...-, puede estar metido un poco más en cintura. Ojo, sólo un poco, que cuando dice de desmadrarse...
Sin embargo Ramsay es más mayor, ha vivido más cosas, conoce sus orígenes bastardos, no permite que nadie le pase por encima (ni siquiera su padre: el chico hace su ley cuando Roose Bolton no está presente), y ha tratado con gente de toda ralea. Tiene esa experiencia de haber vivido una vida "real", pragmática y rasa. No como Joffrey, al que se lo daban todo prácticamente hecho y no ha convivido nunca con clases inferiores a la suya. Ramsay Bolton sabe perfectamente cómo tratar de puertas para afuera a todo tipo de personas. Tiene la capacidad de hacer daño sin levantar la voz, sin ponerse histérico y alguna vez que otra sin necesidad de lesiones físicas. En cambio Joffrey no duda en recurrir a golpes, cortes, heridas, palizas...

Además y si bien el Niño Rey hace muchas cosas horribles, generalmente para él tienen un sentido: protegerse, beneficiarse de ese acto, demostrar su valía o su autoridad. Ramsay Bolton lo hace casi todo por puro placer, por pura diversión. Sin un motivo fundamentado. Si no habéis conocido aún a las Chicas del Bastardo no sabéis de lo que es capaz.


¿Qué sacamos en claro de todo esto?
Que si Joffrey os parece malo, no sé lo que será Ramsay...


Vuelvo a hacer una aclaración parecida a la que hice en su momento en el post de Joff, aun a riesgo de sonar repetitiva: ADORO a Ramsay Bolton, con mayúsculas. De verdad. Como personaje me gusta a rabiar, tiene muchos matices, un "no sé qué, que qué sé yo"; y además Iwan Rheon lo encarna divinamente. Se le recordará por este papel y no por el de Simon Bellamy en "Misfits", ¡seguro!
Pero soy plenamente consciente de que es un mal bicho, de que se merece lo peor, hasta la muerte. Igual que me doy cuenta de que si esta perlita de chico existiese en la vida real, me conociera y quisiera algo de mí, no dudaría en usarme para conseguirlo. Y luego, cuando no le fuera de utilidad... vete tú a saber si lo que me haría es malo o es peor. Lo mismo pasa con Joffrey, aunque quizás éste sería más "liviano". SPOILER Para mi gran alivio y suerte, ni Ramsay ni Joff existen, ni yo tengo complejo de Sansa. No me haría especial ilusión casarme con ninguno de ellos, jajajaja. Aunque eso sí: como ella, tengo una extraña conexión con todo lo que suene a psicopatía. Pero la pobre sale de la sartén para caer en las brasas, primero con uno y luego con otro. FIN SPOILER

Y como no todo va a ser malo en la casa Bolton, me permito recordaros que al ser norteños de pura cepa, esta casa se ha caracterizado siempre por hacer unos abrigos de piel que te aíslan del frío divinamente... Si no me creéis, mirad.

¡Esto es marketing del bueno, y lo demás tonterías!

Experiencia en Salud Mental tengo poca por el momento -dos años dan para mucho, pero me quedan miles de cosas por ver y aprender todavía-. No obstante creo que Ramsay Bolton está muy bien pensado y construido, que los rasgos generales del trastorno antisocial se ven muy bien en él y que, en un momento dado, puede ser muy útil si estáis estudiando Psiquiatría o Salud Mental en la carrera. Los conceptos básicos se quedan mejor cuanto más visuales son. Y desde luego con Ramsay hay cosas muy explícitas, que no se olvidan con facilidad.


Creo que no me dejo nada importante en el tintero. Perdonad la extensión de la entrada, ¡ya sabéis que si hay psicópatas y para más inri pertenecen a "Juego de tronos" me emociono un montón!
Espero que os haya gustado; para mí ha sido un post muy productivo y también muy complejo, aunque me lo he pasado genial escribiéndolo.
Sé que los psicópatas en general no son bien recibidos y no pretendo endulzar a Ramsay. Sólo quiero que os hagáis una idea de por qué es así, nada más.

¡Besos desde Fuerte Terror! :P

Nurse Lecter

Bibliografía consultada
(1) American Psychiatric Association (APA): "Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM)". 5ª edición. EEUU. APA, 2013

lunes, 21 de marzo de 2016

De congresos gaditanos

¡Buenas tardes a todos!

Como sabéis por toda la tabarra que he dado en Twitter, he asistido al Congreso Nacional de Salud Mental en Cádiz -"el Nacional" para los amigos-.
A esta cita hemos acudido todas las R2 (el año pasado la mitad no pudimos asistir al de Burgos); y la verdad era que a mí me hacía mucha ilusión pasar unos días con todas ellas, de la primera a la última. Además el tiempo se portó divinamente y pudimos hacer más cosas aparte de "congresear" :P

Lo primero de todo, decir que Cádiz me encantó: sus vistas, sus plazas, su comida, su mar y sus gentes. Todos los gaditanos con los que hablamos eran super amables y muy simpáticos, ¡unos primores!

Y ahora, vamos al Congreso.
DÍA 1: Le pondremos por título "No sé cómo aguanté despierta hasta las 12.30 de la noche". Después de lo que a mí me parecieron 5 días en autobús -realmente fueron sólo unas horas-, llegamos a las tres de la tarde. Check-in en el hotel, lavado de cara y pescaíto frito rápidamente, y tira al Palacio de Congresos. Había un ambientazo de aquí te espero. Y además me llevé una agradable sorpresa: no esperaba ver el primer día a compañeras mías de promo que están haciendo la residencia en otros lugares de España. Bueno, pues nada más entrar a coger la acreditación allí estaban. ¡Me dio un gusto...!
Después, corre a poner los pósters. Llevaba tres, y dos de ellos había que ponerlos en alto. Entre que yo tengo una altura así, tipo minion, y los chicles ésos de pegar estaban muy cotizados, me las vi y me las deseé. Pero nada, prueba superada. El resto de la tarde bien, con conferencias muy interesantes y las chirigotas. ¡Una chulada!
Por la noche cenita en un sitio típico de Cádiz, una copa rápida y a dormir.

DÍA 2: Ésta jornada fue mi preferida, la verdad. Las conferencias de la mañana fueron muy interesantes, pero resalto especialmente la de la atención a personas en la calle. ¡Una maravilla! Y por la tarde llegó el momento que estaba esperando desde que me confirmaron la aceptación en el congreso: el taller de musicoterapia. Tuve suerte porque hubo mucha gente que se quedó fuera.
Ya sabéis que yo soy muy fan de todas estas cosas. Creo que la musicoterapia ayuda mucho a los pacientes y facilita tanto el trato como el proceso de enfermedad. Este taller superó mis expectativas con creces. Creía que iba a ser 100% teórico, pero la verdad es que los ponentes nos pusieron a todos de pie para bailar y hacer expresión corporal, con muchos ejercicios facilitadores y las relaciones interpersonales como hilo conductor. Y si bien éramos muchos, llegó un momento en que nos desmelenamos un poco, ¡jajajajaja!
El caso es que fue una experiencia muy productiva y muy enriquecedora. Si puedo (y me dejan), la pondré en práctica de ahora en adelante.
Lo único que no me gustó mucho -pero comprendo que es inevitable-, fue el solapamiento entre unos talleres y otros: eran todos al mismo tiempo. Quise haber entrado también a uno relativo a familias en las que uno de los progenitores tiene un problema de salud mental, pero coincidía con el de musicoterapia. Tuve que elegir, y me quedé con las ganas de asistir también al otro. Sin embargo y como ya he dicho, sé que es inevitable: si no se hiciera así los días de congreso se alargarían un montón.
Después del taller entré a ver las comunicaciones de los resis. Todas muy interesantes, y además con aportaciones considerables, ¡os lo currasteis mucho, chicos!
Para finalizar el día, visita guiada por la ciudad. Reitero que una preciosidad.

DÍA 3: Totally destroyer. De principio a fin. No pude ir la presentación de proyectos de los resis, pero sí que vi la conferencia de Serafín Fernández. Desde aquí darle las gracias y reiterar que me llevé una sorpresa enorme al ver mi nombre en pantalla juntos con otros twitteros de referencia en este mundo mentalero. Es todo un honor.
La tarde la pasé con mis co-R por los alrededores, y vimos a nuestro aire lo que no visitamos la noche anterior con la guía (el barrio medieval y la antigua catedral, una maravilla... y además con ambiente de Semana Santa, que a mí personalmente me pierde y enamora). Por otra parte, como ellas son así de coquetas, volvimos pronto al hotel para descansar y prepararnos: ¡la famosa y esperada cena de gala lo merecía!
De esa noche me acuerdo de todo: de la cena estilo minimalista, de lo guapas y reinas que íbamos todas, de gente a la que conozco de Twitter y vi a lo lejos, y de las risas y bailes que nos echamos desde que empezó la música hasta que mis pies dijeron "basta" a eso de las cuatro de la mañana. Después, mis co-R me dijeron que les sorprendí, que no se esperaban para nada que lo diera todo de esa manera en la pista de baile, jajajaja. ¡Os prometo que no bebí prácticamente nada!
El día siguiente fue todo de vuelta, con el cansancio de la cena y el ajetreo de los días anteriores. Pero bueno, ya estoy recuperada y dispuesta a seguir dando caña.

Así ha sido, a grandes rasgos, mi primer Nacional de Salud Mental. Inolvidable por muchas razones. Espero ir a más congresos así. Por lo pronto, el siguiente es en Murcia y mi intención es no faltar. ¡Si puedo, allí estaré! ¿Os veré?

¡Hasta el próximo post!

Nurse Lecter

domingo, 13 de marzo de 2016

Don de palabra

¡Hola a todos!

Antes de meterme en faena con esta entrada, dedicar unas palabras a todos los que os habéis presentado al -IR.
Lo primero de todo, enhorabuena a los que lo han conseguido. Ya habéis visto que no es fácil, que a veces cuesta horrores y hay días que lo mandarías todo a freír espárragos. Pero al final compensa, las angustias y los desvelos se olvidan cuando pisáis vuestro hospital o Unidad Docente el primer día.
En cuanto al resto que no lo habéis logrado, no penséis ni por un momento que no ha servido para nada. En el fondo y aunque en un principio no se vea, presentarse aunque no se obtenga plaza tiene cosas buenas: es un muy buen entrenamiento para técnicas de test varias, durante ese año de estudio habéis aprendido un montón (y a veces incluso lo último de lo último en lo que a evidencia respecta), conocéis gente vía Twitter o academia, y lo más importante: le tomáis el pulso a este examen tan horroroso para estar a punto el año próximo. Sí, vale, esto no os consuela ahora mismo, pero es útil también si se ve en perspectiva.


Y ahora sí, vamos al post. Es breve, pero espero que os sirva.
No sé si recordaréis que hace unos meses posteé algunas nociones básicas sobre contención mecánica. Esta vez toca mi contención favorita, la más difícil, la que ahorra más disgustos... y a la que aún no le tengo pillado el punto del todo: la contención verbal.
Es la primera medida de contención que debe usarse, y se buscan principalmente la alianza terapéutica con el paciente y la disminución de la agresividad. (1)

Las técnicas verbales son, sin duda alguna, la razón principal por la que Salud Mental me enamora. Muchas veces es como hacer magia. Con paciencia y hablando se entiende la gente, y los pacientes se tranquilizan una barbaridad. Además puede usarse en casi cualquier contexto -si están muy agitados no, porque no van a atender a razones-, es gratis y muy efectiva si se hace bien. Eso sí, se necesita muuuuuuuucha práctica. Igual que con la contención mecánica puedes practicar una y otra vez poniendo y quitando imanes y correas con tus compañeros (o con alguien que se preste a ser contenido y no sea paciente), sin prisas, la contención verbal tiene que ser con personas que la necesiten. Y estás tú solo frente al paciente. Tus únicas armas son tu don de palabra y lo que transmitas con el paralenguaje. La verdad que es todo un arte.

Os voy a ser sincera: no hay una Guía de Práctica Clínica ni un protocolo para contenciones verbales. Sí que hay unas pautas básicas, pero más de eso no se puede pedir. Cada profesional sanitario tiene un estilo para contener verbalmente. Algunos os gustarán más, otros os gustarán menos, pero así han aprendido.
Recuerdo los primeros meses de R1 en Agudos. En mi planta hay concretamente dos enfermeros que hacen que las contenciones verbales parezcan facilísimas cuando no es así. Y no es sólo por las palabras que usan, sino porque transmiten tranquilidad al paciente. Era atravesar el umbral de la puerta, mostrar actitud de escucha y de "aquí estamos para ayudarte" y cambiaba la atmósfera. Yo me quedaba muda, flipaba muchísimo.
A día de hoy me veo capaz de iniciar sin problemas una contención verbal. El problema es mantenerla. Estos enfermeros que os digo calman al paciente enseguida. Yo tardo un poco más, y alguna vez necesito ir acompañada por si no lo hago del todo bien. Pero para eso está la residencia: para aprenderlo. Y cuando se termina y eres especialista no dejas nunca de perfeccionar la técnica. Nunca. Es como todo: cuanto más lo hagas, mejor te saldrá.

Ahora paso a comentar las pautas mínimas, aprendidas en las clases y en el hospital:
1) Ambiente seguro, tanto para el profesional como para el paciente. Nada de objetos que puedan arrojarse o tirarse, como bandejas o mesitas de noche. Y la puerta siempre cerca y detrás del profesional que realiza la contención, por si fuera necesario salir.
2) En general el lenguaje no verbal ha de ser tranquilo y pausado: gestos lentos, que no puedan ser interpretados como una amenaza -brazos cruzados o en jarras rotundamente NO-, contacto ocular frecuente (aunque no fijo), y algo que suena a perogrullo pero que es muy efectivo: estar a la misma altura que el paciente. Si él está sentado o acostado, tú te sientas. Si está de pie, te quedas de pie. Pero no es recomendable estar físicamente por encima, porque se siente amenazado.
3) Uso de la técnica del volumen fijo, que a mí personalmente me encanta. "¿Qué es esto?", diréis. Pues consiste básicamente en mantener siempre el mismo tono de voz: tranquilo, pausado y suave. Da igual que el paciente grite, llore o esté enfadado. Si tú mantienes el mismo tono de voz, al final él también lo baja y eso contribuye a tranquilizarlo.
4) No rebatir al paciente. Recordad que vamos a escucharlo, no a enmendarle la plana. Con eso conseguiríamos justo lo contrario: que se ponga peor. Además ya sabéis que en general cuando uno está nervioso no se muestra receptivo. ¿Por qué no va a pasarles lo mismo a los pacientes?
5) Unido al punto 4), adaptarse al paciente -hasta un cierto límite, claro-, es muy adecuado. Si necesita desahogarse, vamos a dejarle. Si prefiere pasear con nosotros mientras nos lo cuenta, ¿por qué no?
6) Si vemos que la contención verbal no está siendo efectiva, lo mejor es no insistir. Según el caso se procederá a otro tipo de contención. Pero lo mejor es no seguir si vemos que la cosa no va bien. No obstante también puede ofrecerse medicación oral: ¿que la lleva pautada? ¡Estupendo! ¿Que no? Se consulta con el psiquiatra.
Anotación importante a este respecto: la medicación oral se ofrece, no se impone. Se sugiere con cariño, tacto, mano izquierda. Así el paciente también siente que sus opiniones son tenidas en cuenta y se contribuye a empoderarlo. Al fin y al cabo, es él el que tiene la última palabra.

Esto, repito, es lo mínimo que hay que hacer. Si hay algún enfermero especialista o psiquiatra que quiera aportar más o dar su opinión, libre es de hacerlo.
Luego dependiendo del paciente, de la patología y del estado abordaremos unos temas u otros. Pero por favor, no hay que perder de vista el aspecto no verbal.


Hasta aquí la contención verbal. Espero haber despejado dudas en este sentido, porque realmente es la mejor medida de contención que puede hacerse. Es totalmente personalizada y el paciente siente que se le tiene en cuenta y se le aprecia como persona. No lo encadenamos a la cama ni le ponemos un pinchazo que lo va a dejar KO más de ocho horas.
También es un buen comienzo para dar a conocer la salud mental y eliminar el estigma asociado.

¡Besos y hasta pronto!

Nurse Lecter

Bibliografía consultada:
(1) Fernández Gallego, V., Murcia Pérez, E.,Sinisterra Aquilino J., Casal Angulo C., Gómez Estarlich, M.C.: "Manejo inicial del paciente agitado".  Emergencias, 2009; 21: 121-132.